Realizando una buena higiene corporal, eliminamos la suciedad que se haya podido ir acumulando a lo largo del día, restos de sudor, sebo, polución y piel que se haya descamado. Para mantener el manto hidrolipídico cutáneo, será importante que la ducha no sea excesivamente larga ni con agua excesivamente caliente, pues se alteran los lípidos de la piel.
Para limpiar la piel del cuerpo la ducha con una temperatura agradable del agua es suficiente (baño en el caso de los bebes hasta el año). Deberíamos usar jabones suaves y frotar con delicadeza cada parte del cuerpo sin olvidar zonas como axilas, zona genital, orejas, los pies, etc. Es preferible prescindir de la esponja y acostumbrar al niño desde pequeño a que emplee directamente las manos para la limpieza de su cuerpo. De este modo, conseguiremos que los pequeños, desde una corta edad, se familiaricen con todo su cuerpo. A partir de los cinco años es recomendable la ducha diaria aunque se haga algún baño semanal con finalidad lúdica para el niño.
Los niños por lo general, no necesitan para su higiene diaria nada más que un jabón suave y una buena hidratación. Después del baño o la ducha conviene utilizar cremas hidratantes. Conviene que estos productos no tengan mucho color ni una base demasiado perfumada. De esta manera evitaremos problemas posteriores como sequedad, eczemas o picores.
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